Es la puta más vieja, la más puta de todas, gastada, deshilachada, deshecha(da), una sombra de lo que quiso ser.
Malgastada y pisoteada, pero todavía, todavía es la más amada, cuidada como una hija, chiquita, mantenida, sostenida, mimada.
No cualquiera la abandona, y nunca es porque sí, podría ser abuela, de esas que están demolidas por los años, pero llevan un brillo en los ojos, una sonrisa, que recuerda lo altiva que era.
Está muy laburada, quiso ser santa y se quedó en un suspiro, no le dió el cuero, y aunque se arrastre, se sigue creyendo la reina del sur.
Se quedó encerrada en un orgasmo muerto, en el suspiro final, en un buen aire.
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